Río Bravo

‘Vivo sola; Dios me cuida’: Crucita

Tienen su residencia en la colonia Valle de Leones

  • Por: LA TARDE / STAFF
  • 06 ABRIL 2018 - .
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“Me hace falta mi viejito, lo extraño tanto, me siento muy sola, con él platicaba, reíamos, era mi compañero, yo se que está mejor allá con Dios, espero pronto verlo, por lo pronto salgo todas las tardes a visitarlo en el panteón municipal y ahí me quedo a llorarlo, estoy con él un rato y ya me regreso a mi casa.” Cruz Hernández Valadez

Doña Cruz Hernández Valadez Doña “Crucita” como la conocen sus vecinos, residente de la colonia Valle de Leones, quedó sola el día 15 de agosto, cuando Don Ramón Carranza Barrón, su esposo de 80 años de edad, fallece a causa de un ataque al corazón, después de haber sobrevivido a 18 embolias. 

Don Ramón fue un hombre muy trabajador, pero muy enfermizo, entonces Doña Cruz, gran parte de su tiempo se dedicó a cuidarlo, porque lo amaba, este año cumplirían 50 años de casados, cuenta que tuvieron 2 hijos, pero ellos ya murieron y el dolor que se siente al haber perdido a sus hijos, dice que, no se lo desea a nadie.

“Cuando era joven, yo trabajaba limpiando casas, ahora no me quieren ocupar porque ya estoy grande, pero aún estoy muy fuerte, tengo sangre universal, me sirven mis manos”, platica “Crucita”, asimismo presume con orgullo que sabe lavar, planchar, deshilar, bordar, tejer, y que no se sabe rajar, así que cuando puede sale a pedir trabajo a las casas cercanas para que le den algo de comer, pero dice también que Dios la bendice mucho, porque tiene unas vecinas muy buenas, que a veces la visitan y le llevan un taco para comer. 

Cuando no consigue algo para comer, sale al centro de la ciudad a pedir limosna o para que alguien la invite a comer, cuenta que, de vez en cuando la gente no se toca su corazón, pero otras tantas hasta come de más porque no sabe si al siguiente día va a tener “para echarle algo al estómago”.

Le gusta levantarse muy temprano para regar sus plantas, fue algo que le encargó Don Ramón, y lo hace con mucho esmero, al preguntarle que le hacía falta, sus ojos se nublaron y dijo: 

“Me hace falta mi viejito, lo extraño tanto, me siento muy sola, con él platicaba, reíamos, era mi compañero, yo se que está mejor allá con Dios, espero pronto verlo, por lo pronto salgo todas las tardes a visitarlo en el panteón municipal y ahí me quedo a llorarle, estoy con él un rato y ya me regreso a mi casa”, aunque vive con muchas carencias, dice que fuera de eso no necesita nada más, aunque si hay alguien que le quiera regalar unos zapatos nuevos, ella se los agradecería, porque sólo cuenta con un par y ya están muy viejos e incómodos, agregó. 


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