Un té digno y misterioso

Con la tradición y misticismo de los chinos, así como la perfección y la disciplina de los japoneses, el Oolong es, sin duda, uno de los tés más complejos y costosos -600 dólares por 100 gramos-. Su manufactura implica repetir de manera cuidadosa varios pasos hasta alcanzar la hoja deseada.

Creado como tributo durante la dinastía Tang en la provincia de Fujian, en China, y ofrecido por los emperadores a la corte real como un regalo exclusivo, a este té se le conocía originalmente como té “Beiyun”, luego como “Wuyi”. Fue hasta 1725 que los productores de la región Anxi evolucionaron el proceso y comenzaron a llamarlo “Dragón Negro” -”Oo”, negro, y “Long”, dragón- pues lo empacaban en bloques estampados con tales animales o aves fénix.

Para 1796 ya era popular en Fujian y Taiwán, debido a que los primeros pobladores de esta isla provenían de la provincia china.

“Taiwán es muy interesante porque, desde mi punto de vista, tiene lo mejor de los dos mundos, China y Japón; está influenciada por las dos culturas. Aunque actualmente pertenece a la primera nación, sigue teniendo una marcada influencia japonesa”, dice Andrés Jurado, director de la Escuela Mexicana de Té. 

Al Oolong se le atribuyen propiedades termogénicas -aceleración del metabolismo y quema grasa- cuando se toma antes de un entrenamiento. Asimismo, se le adjudican beneficios desintoxicantes, energéticos y óptimos para las vías respiratorias y la concentración.

Pueden ser dulces y afrutados con notas de miel, amaderados con notas caramelizadas o verdes, y frescos con notas florales; depende del estilo de producción.

Aunque es el mismo proceso de manufactura, cada té tiene características gustativas distintas.

“El dulzor del té depende de la elaboración y del tiempo de secado, porque los almidones no son parte de los componentes químicos de la hoja de té, como en el vino, que la uva tiene muchos azúcares y por eso se produce la fermentación.

También hay que considerar que el paladar el mexicano es sumamente dulce”, explica Jurado.

Además, son tés diseñados para poder infundirlos varias veces, conforme lo vas reinfundiendo, la hoja se va abriendo de manera distinta y eso provoca que las características gustativas sean diferentes entre cada infusión.

PRODUCTO ENIGMÁTICO

Parte de la magia del Oolong es que cada productor tiene un secreto sobre su manufactura, nadie revela con precisión cómo se hace. Lo que se sabe es que su proceso es similar al del té negro, pero con mucha más atención de tiempos y temperaturas.

A diferencia de en Sri Lanka, en Taiwán se produce de manera artesanal; hay pequeñas plantaciones de una sola persona, que cultiva, cosecha y lleva las hojas a una fábrica o a procesar.

“Se cosecha a mano y, al igual que en Sri Lanka o la India, son generalmente mujeres quienes lo hacen porque son más hábiles y, me atrevo a decir, hasta más fuertes”, revela Andrés Jurado.

DE LA HOJA A LA TAZA

1- Recolección: generalmente se recolecta el brote, la primera y la segunda hoja, aunque hay tipos de Oolong que se elaboran sólo con hojas.

2- Marchitado: primer proceso de descomposición, de manera natural.

3- Enrulado: se rompen los enlaces químicos en las hojas para generar aromas.

4- Manufactura: oxidación con temperatura y humedad regulada. 

5- Secado: aplicación de calor para desacelerar o detener los procesos. químicos.

6- Envasado