Sobera de la Flor
El primer caso de un homicida serial fue protagonizado por un joven rico que su familia protegió porque lo consideró un excéntrico, pero sufría de esquizofrenia

El primer homicidio conocido fue un hecho fortuito.
Higinio Sobera de la Flor era un joven prepotente y soberbio. Hijo de familia acomoda de la Ciudad de México.
No sé sabe cuantos homicidios cometió, pero se le juzgó y se le encontró culpable de sólo dos, pero pudieron ser más.
Se le conocía como “pelón Sobera” porque tenía la costumbre de afeitarse la cabeza.
Era 1952 cuando saltó a la fama porque cometió dos crímenes que conmocionaron a la sociedad.
El propio Alfonso Quiroz Cuarón, el padre de la criminología en México, se encargó del caso del “pelón Sobera”.
El primer homicidio conocido fue un hecho fortuito. Sobera salió a presumir su lujoso automóvil por las calles del centro de la Ciudad de México.
Ocurrió un leve accidente vial, pero provocó la rabia de Sobera.
La persona que tuvo la desgracia de toparse con Sobera fue Armando Lepe, capitán del Ejército Nacional y tío de la actriz Ana Bertha Lepe.
Se trató de un cerrón o el capitán Lepe no le cedió el paso a Sobera, quien enojado decidió seguirlo hasta que le dio alcance en el cruce de la calle Yucatán con la avenida Insurgentes.
Sobera descendió de su automóvil, pero no dijo nada, sólo descargó su pistola contra el capitán Lepe. Luego huyó de la escena del crimen.
Se refugió en su casa y confesó el crimen a su familia. La madre de Sobera organizó un plan para que huyera del país.
Primero le ordenó que se instalara como huésped en el famoso Hotel del Prado y que escondiera ahí hasta que pudieran sacarlo con rumbo a España.
Pero Sobera no aguantó el encierro y decidió salir a dar una vuelta por las calles cercanas.
En la Avenida Reforma se topó con una mujer identificada como Hortensia López, quien rechazó los galanteos de Sobera, mientras esperaba un camión de transporte público. Para alejarse decidió tomar un taxi.
Enojado por el rechazo, Sobera aprovechó que la mujer se subía al taxi para también él abordarlo y luego le disparó en tres ocasiones.
Después obligó al taxista que lo alejara del lugar y tomara dirección rumbo a Toluca. En un terreno despejado fuera de la Ciudad de México tiró el cuerpo sin vida de Hortensia.
Pero antes de alejarse del lugar, violó el cadáver varias. Posteriormente regresó al Hotel del Prado en donde fue capturado.
El juicio de Sobera de la Flor fue ampliamente seguido por la prensa. Por primera vez la sociedad sabía de términos médicos como esquizofrenia y necrofilia (tener relaciones sexuales con un cadáver).
Al criminal se les diagnosticó con un grave trastorno de personalidad. Se habló por primera vez de imputabilidad del caso, es decir, que no se le podía juzgar porque el culpable no sabía lo que estaba haciendo debido a sus problemas psicológicos.
El termino imputabilidad también era nuevo para la sociedad.
De todos modos fue sentenciado a 40 años de prisión. Pasó 25 años recluido en el Palacio de Lecumberri y luego en el Reclusorio Sur, en donde estuvo otros cinco años más.
En 1982 fue dejado en libertad luego de 30 años de prisión, pero ya no era el joven arrogante, sino un hombre envejecido e inofensivo, cuidado por sus hermanas.
Murió en 1985 de causas naturales.
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