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Satisface a oncóloga ver que niños ganen la batalla al cáncer

La doctora Ana Bertha Rivera Ramírez, atiende diariamente en su consultorio a 30 niños, la mayoría de los pacientes son de Acapulco, Chilpancingo

  • Por: AGENCIAS
  • 14 JUNIO 2018 - .
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La oncóloga pediatra Ana Bertha Rivera Ramírez, dedicada desde hace 22 años a la profesión, dijo que la mejor satisfacción para ella es ver a un niño o niña que le ha ganado la batalla al cáncer.

La oncóloga pediatra Ana Bertha Rivera Ramírez, dedicada desde hace 22 años a la profesión, dijo que la mejor satisfacción para ella es ver a un niño o niña que le ha ganado la batalla al cáncer.

En entrevista, comentó que a pesar de que le advirtieron que su profesión no es rentable, cuando ella decidió estudiar oncología pediátrica, le comentaron que no había muchas posibilidades de ejercer su profesión en el país y la única alternativa que le ofrecieron era en el extranjero.

Sin embargo, Ana Bertha, de 54 años de edad, dijo que decidió quedarse en México y trabajar en el Instituto Estatal de Cancerología, donde hace muchos años la sedujeron con un proyecto de que iban a tener un gran hospital y que estaba contemplado el área de oncología pediátrica.

La idea de ayudar a los infantes con cáncer, era porque le tocó ver que en el Instituto Nacional de Pediatría el 40 por ciento de la población eran niños de Guerrero y algunos pequeños con algún padecimiento oncológico no llegaban a tratarse en ese nosocomio.

La doctora, quien es acapulqueña e hizo sus estudios en su lugar de origen hasta el nivel medio superior, dijo que cuando concluyó su carrera le dieron la opción de “laborar fuera de México o en Acapulco” y decidió quedarse.

Comentó que en el Instituto Estatal de Cancerología le ha tocado ver el crecimiento del nosocomio, donde le ha dedicado parte de su vida a sus niños y niñas, pero lamentablemente algunos pierden la batalla al cáncer y otros han logrado curarse.

Diariamente, y durante ocho horas, la doctora atiende en su consultorio a 30 niños con problemas de cáncer, la mayoría de los pacientes son de Acapulco, Chilpancingo, la región de la Montaña y Costa Chica del estado, señaló.

Recordó que anteriormente, ante la falta de médicos pediatras oncólogos, en el Instituto Estatal de Cancerología, ella prácticamente vivía en el hospital y dedicaba los sábados y domingos o le tocaba salir casi en pijama de su casa por las noches para atender alguno de sus pacientes que requería sangre para salvar la vida.

La especialista subrayó que lo más satisfactorio es también ver a los familiares de sus pacientes que puedan confiar en ella, porque le depositan la vida de sus hijos y ella busca conseguir herramientas para poder combatir las enfermedades.

“No tengo hijos, pero sí muchos pacientes que están curados y me he entregado a ellos. no me he casado y he dedicado más tiempo a mi trabajo. Me considero una persona feliz con mi trabajo, feliz con mi persona y familia”, expresó.

A través de la Asociación Mexicana de Niños con Cáncer, la médico pediatra ha ayudado con tratamientos a niños de escasos recursos, así como la gestión de un albergue para las familias que llegan de otros municipios con sus pequeños para atenderse.

Recordó que el seguro catastrófico que actualmente se incluye en el Seguro Popular ha sido de gran ayuda para los niños con cáncer, pues pueden recibir su tratamiento en el Instituto Estatal de Cancerología.

Consideró que el trabajo que ha hecho en el Instituto ha sido satisfactorio, “más que redituable, son satisfacciones”.

Relató que, ante su insistencia por ayudar a sus niños, algunos de sus colegas le han comentado que, si no se cansa de hacer lo mismo, pues dice que hay pacientes que le echan todas las ganas y lamentablemente se lo lleva la enfermedad, pero hay otros casos donde se dan por vencidos y los mismos padres se llevan a sus hijos sin terminar su tratamiento.

“Para mí es donde viene la frustración, pero bueno eso es la carrera que yo elegí y es la carrera que me gusta, y yo sé que así es esto”, sostuvo.

Dijo que con poquito se han hecho maravillas en el Instituto Estatal de Cancerología, pues señaló que el 78 por ciento de la población de los pacientes que atiende están curados.

Además de que el Instituto está a la par del Hospital del Niño Morelense, que inclusive tiene residentes en pediatría, residentes de oncología y, sin embargo, en este nosocomio se cuenta sólo con tres oncólogos pediatras y el resto son médicos generales, “porque así son las condiciones que tenemos para trabajar en el hospital”.

Ana Bertha confesó que también ha llorado junto con sus pacientes, y que su casa por un tiempo fue albergue para las familias que llegan de otros municipios y no tienen donde pernoctar durante los seis meses que dura un tratamiento de cáncer.

“Mi casa alguna vez fue albergue, pero no era lo normal que te lleves a todos tus pacientes a dormir a tu casa”, dijo.

Comentó que el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) “nos ayudó en la Casa de la Niña a recibirnos a unas niñas y se quedaban ahí durante los seis meses que duraba el tratamiento de algún tumor de ovario o algún linfoma”.

Sin embargo, consideró que no era sano llegar a casa después de una larga jornada de trabajo y encontrarse con pacientes, por lo que buscó ayuda y acudió a la Asociación Mexicana de Niños con Cáncer donde insistió en que se apoyará en la construcción de un albergue.

“Se hizo un albergue e insistí porque había gente que venía al hospital y afuera montaba sus casas de campaña para vivir…dimos muchas vueltas para tener un albergue, al principio se alquilaba, pero con el ex gobernador Rene Juárez Cisneros fue él quien donó ese albergue que ahorita se encuentra en comodato y ahora las familias que llegan ahí ya no pagan”, precisó. (Notimex)


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