¡Qué miedo!

La oscuridad de la madrugada era tétrica como todos los días, sus pasos avanzaban rápidamente como una gacela, el objetivo era llegar sana y salva a su centro de trabajo, en medio del nerviosismo y miedo que como era costumbre la invadían.

No supo cómo en unos segundos la fuerza de un hombre la jalaba, aunque pataleo y trató de gritar, su miedo se hizo realidad, en un paraje solo, fue agredida sexualmente, tras largos minutos que parecían una eternidad veía pasar su vida.

Sonia todos los días tomaba el transporte público, y caminaba para llegar a su centro de trabajo, justo a las 5:30 horas.

“En mi caso fue difícil, después de la agresión no sabía qué hacer, fui a mi centro de trabajo pero no pudieron ayudarme, no hubo una atención oportuna, después de días fue a presentar denuncia porque uno no sabe qué hacer, si tu familia te va apoyar o el miedo, pero pasado el tiempo ya no hay como presentar pruebas o encontrar huellas, es un deambular por las dependencias y todavía con el autoestima dañada y con miedo al qué dirán”, dijo “Sonia”, una mujer trabajadora que al final desistió de su denuncia para evitar seguir con el viacrucis.

De acuerdo a la ONU y a las estimaciones mundiales publicadas por la OMS indican que alrededor de una de cada tres, lo que representa el 35 por ciento de mujeres en el mundo han sufrido violencia física, sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida.