¡Baila el Maracaná!

“Dar um jeito”, título de la canción oficial del Mundial de Brasil 2014, significa encontrar una manera de hacer que las cosas sucedan.
Y lo que Shakira, Carlos Santana, Wyclef Jean, Alexandre Pires, Ivete Sangalo y Carlinhos Brown consiguieron ayer fue que el estadio Maracaná bailara y sus miles de espectadores que lo llenaron vibraran emocionados con el espectáculo que montaron previo a la final que disputaron Argentina y Alemania.
Después de que medios locales e internacionales consideraran desangelada la ceremonia de inauguración, a pesar de la presencia de Jennifer Lopez, Pitbull y Claudia Leita, la FIFA recurrió de nuevo a Shakira y la colombiana no falló.
Apareció en el escenario y, de inmediato, argentinos, alemanes, brasileños y demás presentes se pusieron de pie para moverse al ritmo de su “La La La (Brasil 2014)”.
También, el movimiento de sus caderas generó suspiros entre miles de aficionados, quienes admiraban como iba y venía la falda roja de la cantante en cada movimiento.
Luego de su presentación, que duró sólo 5 minutos, Shakira dejó el escenario preparado para que se escuchara la impresionante guitarra del músico nacido en Autlán, Jalisco, Carlos Santana, quien hizo retumbar cada rincón de Maracaná.
Tras la ovacionada participación del mexicano, la energía de Wyclef Jean y la voz de Alexandre Pires se adueñaron del lugar con “Dar um Jeito” (“We Will Find a Way”), en una actuación que puso a todos a brincar.
Ni siquiera Shakira pudo contenerse. A un costado de la cancha se le vio bailando con su hijo Milan en brazos. Luego se dejaría llevar por la alegría de Carlinhos Brown.
Llegó el turno de la brasileña Ivete Sangalo, quien llenó el centro del campo con su personalidad. Los brasileños la recibieron entre una multitudinaria ovación, la misma que compartió después con Pires, cuando cantaron a dueto.
El show llegó a su fin minutos antes de que comenzará la final, pero el glamour no abandonaría Maracaná, porque la modelo Giselle Bündchen apareció sobre la cancha para presentar el trofeo de la Copa del Mundo, cuyo brillo opacó con su belleza. (Río de Janeiro, Brasil / Reforma)