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Cómo afrontar el duelo por suicidio

No es fácil aceptar que alguien ha terminado con su vida para hacer que cese el sufrimiento

  • Por: AGENCIAS
  • 29 NOVIEMBRE 2017 - .
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El duelo por la muerte de un ser querido nunca resulta fácil.

La palabra duelo no sólo se refiere al dolor por la muerte de un ser querido, sino también a una situación de pérdida como puede ser un divorcio, un despido o la pérdida de un miembro del cuerpo tras un accidente. El dolor es una experiencia universal que todos los seres humanos atravesamos en distintos momentos y situaciones.

El duelo por la muerte de un ser querido nunca resulta fácil. En el caso del duelo por suicido el dolor se vuelve aún más intenso porque va unido a sentimientos de culpa e impotencia. La muerte intencionada de un ser querido deja a familiares y amigos muy confundidos y con un alto grado de angustia.

El suicidio está marcado por el estigma. Muchas personas lo ven como vergonzoso o pecaminoso, otros lo consideran como “una elección” y culpan a la familia. En muchas ocasiones no saben cómo apoyar a los supervivientes y simplemente evitan la situación por ignorancia. Cualquiera que sea la razón, es importante tener en cuenta que el suicidio y el dolor subyacente son procesos complejos.

Cuando una persona se suicida, se ven directamente afectados los familiares directos que conviven con la persona, el resto de la familia, vecinos, amigos, compañeros de estudio y / o compañeros de trabajo.

Cómo superar el duelo por suicidio: reflexiones iniciales

A través de los testimonios de aquellos que han intentado suicidarse, sabemos que el objetivo principal de un suicidio no es acabar con la vida, sino con el sufrimiento.

Las personas con ideación suicida están luchando contra una agonía emocional que convierte la vida en inaceptable. La mayoría de las personas que mueren por suicidio tienen una depresión que reduce su capacidad de resolver problemas.

¿Por qué el duelo es más difícil de superar?

La elaboración del duelo implica una serie de procesos que, comenzando con la pérdida, terminan con la aceptación de la realidad, la reorientación de la actividad mental y la recomposición del mundo interno.

Los familiares y amigos de las personas que han fallecido por suicidio, son propensos a sentir un gran desconsuelo y aturdimiento. A menudo se preguntan: “¿Por qué pasó esto? ¿Cómo no lo vi venir?” Sienten una abrumadora culpabilidad sobre lo que deberían haber hecho de más o de menos. Tienen pensamientos recurrentes que les asaltan casi a diario. A menudo sienten culpa, como si de alguna manera fueran responsables.

Muchos también experimentan ira y rabia hacia su ser querido por el abandono o el rechazo, o decepción al pensar que no eran suficientemente amados como para mantener sus deseos de vivir.

Estas suposiciones erróneas pueden durar mucho tiempo si no se afrontan de la forma adecuada. Muchos luchan durante años tratando de encontrar respuestas o entender un suceso que en muchos casos resulta incomprensible.

Por otro lado, la sociedad todavía ejerce un papel dañino al crear un estigma alrededor de la muerte por suicidio que hace que los supervivientes se sientan excluidos. Los supervivientes de seres queridos que han muerto de la enfermedad terminal, accidente, vejez u otros tipos de muerte suelen recibir simpatía y compasión. Nunca se culpa a un miembro de la familia por el cáncer o el Alzheimer, pero la sociedad sigue proyectando una sombra sobre el suicidio.

El papel de los recuerdos

Otro factor que hace el duelo por suicidio diferente, son los recuerdos. Cuando se pierde a un ser querido por enfermedad o accidente, mantenemos felices recuerdos. Podemos pensar de en nuestro ser querido y compartir historias con nostalgia. Sin embargo, esto no suele ser así para el superviviente de suicidio. Le surgen pensamientos como: “¿Tal vez no era feliz cuando le hice esta foto?” “¿Por qué no vi su dolor emocional cuando estábamos de vacaciones?”.

Los supervivientes de la pérdida de suicidio no sólo experimentan estos aspectos de duelo complicado, sino que también son propensos a desarrollar síntomas de la depresión y trastorno de estrés post-traumático. La tristeza indescriptible sobre el suicidio se convierte en un círculo sin fin de desconcierto, dolor, escenas retrospectivas y una necesidad de adormecer la angustia.


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