Ella llegó a la hora inoportuna a casa. Al momento que llegaba a su casa salieron de su domicilio unos ladrones que la asesinaron.
Su nombre fue Flor Loperena. Pocos la recuerdan aunque salía por televisión en el programa Siempre en Domingo.
Flor formó parte de un efímero grupo musical de Las Chic´s. Uno de tantos grupos que surgieron en los años 80s.
Todo comenzó en las cantinas “Los Cántaros” y “La Carreta”. Ahí cuatro albañiles se embriagan y evaluaban su plan para robar una casa donde había mucho dinero, según ellos.
Bernardino Nieto Morales, de 20 años, alias “El Flaco” o “El Güero”, Manuel Valdés Hernández, 28 años, alias “El Manuel”, Herminio Reyes Nieto, de 20 años, alias “El Talocho” y Gonzalo Gómez, de 26 años, alias “El Rippi”, se armaron de valor por su embriaguez para robar una casa.
Era el 7 de diciembre de 1988. La vivienda marcada con el número 1 de la calle de Rincón de Los Ángeles en la colonia Bosques del Sur, en el perímetro de Xochimilco, en el Distrito Federal.
Dentro de la casa dormía Daniel Salazar Shields, de 36 años, y piloto aviador de Aeroméxico, y su hijo, Daniel Salazar Loperena, de 15 años.
A esa misma hora, Flor Loperena daba entrevistas a la televisión. Su trabajo como cantante la obligaba a tener jornadas laborales que culminaban hasta la madrugada.
“El Flaco” y “El Tolocho” fueron los primeros que entraron. Aprovecharon una ventana rota para ingresar. Era la habitación del joven Daniel.
El sonido que provocaron para someter al joven alertó al papá, quien fue a la habitación de su hijo.
Cuando abría la puerta del cuarto, una voz lo detuvo: “quieto, esto es un asalto”.
Daniel padre vio como su hijo casi muere asfixiado por uno de los delincuentes. Les gritó que dejaran en paz a su hijo, pero fue golpeado con la cacha de la única pistola que tenían los asaltantes.
Padre e hijo fueron tirados al suelo y amarrados con el cordón de sus propias batas.
Parecía un asalto perfecto. Uno de los delincuentes ordenó que sólo se llevaran lo de mayor valor.
Arrastraron aparatos eléctricos por la casa. Parecía que la estaban vaciando.
Uno momentos de silencio y de pronto entró uno de los delincuentes que les ordenó no seguirlos.
Volvió el silencio. Daniel hijo logró aflojar sus ataduras y ayudó a su padre a liberarse.
El joven corrió a la puerta de su casa y gritó horrorizado: ¡Tienen a mamá!
Flor Loperena había llegado y descendía de su automóvil Ford Thunderbird modelo 1986.
Se topó con los delincuentes que salían de su casa. Padre e hijo vieron como los delincuentes sometían a Flor y de repente se oyó un disparó.
Flor murió instantáneamente de una herida de bala en el costado derecho. Perdió la vida frente a su esposo e hijo.
Los ladrones huyeron con lo robado. Que no era más que 600 mil viejos pesos (unos 6 mil pesos de ahora). A cada uno le tocaría un poco de más de mil pesos actuales.
Los ladrones huyeron un tubo de drenaje profundo que conecta con la comunidad Ejidos de Tepapan.
Los aparatos eléctricos los guardaron en la casa del Tolocho y luego cada quien se fue a su propio domicilio como si nada hubiera pasado.
La “aventura” fue narrada a los amigos, entre ellos a un hombre en sillas de rueda llamado Francisco Nieto Morales, hermano del “El Flaco”.
Sentado en su silla de ruedas, cubría sus piernas inmóviles con un manta que también servía para esconder una metralleta.
Los delincuentes están seguros de su éxito robo y homicidio, pero no contaron con que Daniel hijo logró fijarse bien en el rostro de Miguel
Al día siguiente del crimen, la policía interrogó al padre e hijo. Tomaron datos, buscaron huellas digitales, pero no había ninguna pista, sólo el retrato hablado que se logró construir con la descripción que dio el joven Daniel.
Pasaron siete meses sin que avanzaran las investigaciones. Nadie sabía nada. La Policía del Distrito Federal ordenó que se integraran más agentes al caso.
Pero por fin la Policía formuló una hipótesis. Los ladrones debían vivir cerca porque al huir lo hicieron a pie y dejaron aparatos electrónicos y películas en videocasete tirados en el camino.
Ignacio Perales, jefe del grupo de agentes de la Policía Judicial, llegaron a un puesto de elotes en la colonia Ejidos de San Lorenzo Tepepan.
Le mostraron el retrato hablado al dueño del puesto. Aunque no dijo nada, pero su expresión corporal lo relató. Los policías sabían que estaban cerca y debían internarse en la colonia.
Caminaron por la colonia y encontraron una vivienda que era diferente a las otras humildes casas. Era una “mansión” que había levantado un chofer con solo educación primaria.
Vieron salir al dueño de la casa. Se parecía mucho al retrato hablado, pero no había pruebas de que pudiera ser él.
Decidieron ir a una cantina a convivir con los parroquianos. Alguien iba a tener que hablar al calor del alcohol. Y así fue, uno de los que escuchó el crimen de Flor habló de más.
Los agentes montaron guardia y con ayuda de más elementos realizaron un golpe sorpresa para aprender a Bernardino Nieto y su hermano Francisco, quien no tuvo tiempo de usar la metralleta que guardaba entre sus piernas.
El el 14 de agosto de 1989. Por fin la policía detuvo a algunos de la banda del crimen de La Chic.
El día siguiente cayó Manuel Hernández. Luego la policía acudió al domicilio de Ausencio Estanislao de Jesús en donde en donde encontraron una televisión, un regulador.
Empezaron a caer más. Se identificó a Carmelo Garcilazo Montiel como el comprador de una antena parabólica robada de la casa de Flor.
Faltan dos homicidas de ser capturados. “El Talocho”, que huyó a Ciudad Mendoza, Veracruz, después de leer en los periódicos del crimen de Flor. La Policía del Distrito Federal fue a buscarlo, pero no lo han encontrado.
El otro asesino suelto es Gonzalo Gómez, alas “El Rippi”. De él no hay pistas.
Con la detención de los hermanos Nieto Morales se descubrió que también robaban varilla de construcciones cercanas. Tenían seis toneladas de varillas robadas.