Crianza basada en el desarrollo

¿Cómo adaptar tu forma de educar según la edad?. Entender el desarrollo infantil para criar con sentido, no con perfección.

Parece que hemos pasado de pensar que la crianza es algo instintivo porque todos nuestros ancestros han criado (y hemos logrado sobrevivir como especie) a necesitar cientos de cursos, talleres, manuales y que expertos en todas las áreas habidas y por haber nos den indicaciones sobre cómo tenemos que criar para hacerlo "perfecto".

No podemos negar que cada etapa de la vida tiene unas características y unas necesidades muy concretas. Ignorar estas especificidades puede complicar tanto la crianza como la obsesión por hacerlo perfecto. Hoy en día hay familias que tienen tanta información —a veces incluso contradictoria— que se sienten abrumadas.

Cómo hoy en día disponemos de muchísimos estilos de crianza, a lo largo de este artículo vamos a explicar qué es la crianza basada en el desarrollo. Una vez asentadas las bases, explicaremos las características y necesidades generales de cada momento evolutivo.

¿Qué es la crianza basada en el desarrollo?

Aunque muchas personas consideran que la crianza basada en el desarrollo es una nueva moda de las muchas que aparecen constantemente en relación con la crianza —y con otros muchos temas de la vida en general— en esta sociedad de la información, esto no es cierto.

Esta forma de educar se basa en principios estudiados sistemáticamente desde hace más de un siglo. Los grandes autores teóricos del desarrollo infantil (Piaget, Vygotsky, Erikson, etc.) ya demostraron que los niños no son adultos en miniatura como se pensaba anteriormente. Y hoy en día la ciencia sigue demostrando que piensan, sienten y aprenden de forma diferente en cada etapa del desarrollo.

Así pues, la crianza basada en el desarrollo no es más que un enfoque educativo que se respalda en la psicología evolutiva con el fin de adaptar la crianza y la educación a las diferentes necesidades y capacidades de los niños y las niñas en función de su momento evolutivo y su etapa del desarrollo.

Otro de los aspectos más importantes de este estilo educativo es que defiende que las expectativas deben ser realistas y ajustarse al nivel de desarrollo del niño o la niña. Además, las bases que sustentan la relación son la relación afectiva —el vínculo— y el respeto a la hora de comunicarse, acompañar y guiar. Esto es inamovible independientemente de la edad.

Cómo adaptar la crianza etapa por etapa

A continuación vamos a exponer los aspectos generales que debemos saber de cada etapa como madres, padres y cuidadores/as. Sin embargo, no podemos olvidar que cada criatura es única y tiene un ritmo concreto de desarrollo. Puede darse el caso de que haya necesidades específicas y deben atenderse de forma individualizada.

Infancia temprana (0-5 años)

En los primeros años de vida el cerebro se encuentra en pleno desarrollo y todas las experiencias pueden modelar su posterior funcionamiento. Lo vivido en estos años deja un fuerte impacto e influye en la forma en que vemos e interpretamos el mundo posteriormente.

En esta etapa es cuando se generan los primeros vínculos afectivos y se establece un estilo de apego. Además, se logran hitos tan importantes como la adquisición del lenguaje, el control corporal y la integración de algunas normas sociales de conducta.

Aunque van ganando autonomía, dependen de los adultos y necesitan sentirse seguros y protegidos tanto a nivel físico como emocional. Solo desde esta seguridad ellos pueden explorar el mundo de forma óptima y aprender mediante el juego.

Es importante tener en cuenta que la parte del cerebro que se encarga de la lógica todavía está en desarrollo y no pueden acceder a ella en determinados momentos. Requieren de los adultos para aprender a regularse emocionalmente, de la misma forma que necesitan que estos les guíen (rutinas, límites) de forma amorosa, respetuosa y firme.

Niñez (6-11 años)

En esta etapa el mundo social se amplía porque ya todas las criaturas asisten al colegio. En estos años desarrollan la capacidad de ponerse en el lugar del otro, también empiezan a comprarse con otros iguales y van construyendo su autoestima. De ahí la importancia de reforzar su esfuerzo y sus logros.

Por otro lado, empiezan a desarrollar el pensamiento lógico y van teniendo una mayor capacidad para seguir reglas, así como comprender tanto las posibles causas como las posibles consecuencias de determinadas cosas. Desarrollan el sentido de la justicia y la responsabilidad.

A medida que van ganando autonomía, también va incrementando la necesidad de pertenecer al grupo de iguales en la escuela y ser reconocidos y validados por el mismo. De todas formas, siguen necesitando que los adultos les escuchen, validen y acompañen a nivel emocional. Esto les permite poder verbalizar sus propias emociones.

Teniendo todo esto en cuenta, es importante que, en la medida de lo posible, se les permita tomar decisiones y asumir responsabilidades —adaptadas a su edad— de forma progresiva. Involucrarles en el establecimiento y cumplimiento de determinadas normas es de gran ayuda a la hora de conseguir que interioricen determinados hábitos.

Adolescencia (12-18 años)

La adolescencia es una etapa compleja en la que suceden muchas cosas a la vez y de forma muy intensa. Mientras el cerebro sigue madurando, se producen muchos cambios hormonales, físicos, de prioridades e incluso cambios relacionales. Para muchos padres esta es una de las etapas más difíciles de manejar y, por eso, es esencial conocer las necesidades reales.

A nivel cerebral, las áreas que se encargan del autocontrol y la planificación —situadas principalmente en la corteza prefrontal— se encuentran cada vez más desarrolladas. No obstante, este proceso de maduración no finaliza hasta alrededor de los 20-25 años.

En esta etapa, los adolescentes necesitan diferenciarse del núcleo familiar para buscar su propia identidad. Necesitan explorar para averiguar quiénes son, cuáles son sus propios criterios, valores, creencias y pensamientos. Por eso reclaman tanta independencia.

Otro aspecto muy característico de la adolescencia es la gran importancia que cobra el grupo de iguales. Al producirse el distanciamiento con la familia, necesitan de la conexión con el grupo de pares y le dan una gran prioridad. Sin embargo, esto no implica que dejen de necesitar a su familia y por ello se debe seguir trabajando el vínculo. Necesitan sentir que sus progenitores les escuchan sin juzgar y que pueden dialogar con ellos.

Los límites claros siguen siendo necesarios, aunque en este punto es más probable que necesiten hablar sobre ellos y que haya cierta flexibilidad. Valoran que los adultos sean honestos y coherentes. Por último, es importante tener en mente que suelen tener una gran necesidad de intimidad y es importante respetarla en la medida de lo posible.