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Platanito decidió adueñarse ayer de un escenario fuera de lo común: un paradero de microbuses

  • Por: REFORMA
  • 19 MAYO 2017 - .
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Para un día lleno de estrés y calor, nada como una buena dosis de humor para relajarse.

Ciudad de México

Para un día lleno de estrés y calor, nada como una buena dosis de humor para relajarse.

Con esto en mente, Platanito decidió adueñarse ayer de un escenario fuera de lo común: un paradero de microbuses, el cual lo regresó a sus raíces como payaso y lo acercó un poco más con su público en México.

“Cuando empezaba y estaba chavito, me iba al Instituto Politécnico Nacional y en los jardines del lugar, donde se hacían las fiestas de todos los niños, me ponía a dar mis shows.

“Ahora, después de tantos años, convivir de la misma forma con la gente es una experiencia increíble. Creo que los artistas deberíamos hacer este tipo de cosas más seguido”, puntualizó el humorista en entrevista.

Acostumbrado a echarse al público a la bolsa en sus espectáculos, durante la visita al paradero de Metro Zapata el comediante se enfrentó a una audiencia complicada y fuera de lo común.

“Aquí en la calle o en el microbús la gente no se espera encontrarse a Platanito. Es un verdadero experimento ver cómo reacciona la gente, pues hay quien se ríe de inmediato o gente que ni te pela.

“Hay quienes me recibieron el saludo y los que ni siquiera me voltearon a ver. Uno como comediante no sabe qué le pasó a la otra persona en su día y tratar de sacarle una sonrisa se vuelve un gran reto”, aseguró.

Sin embargo, esto no le impidió hacer gala de humildad y sencillez para mezclarse con los pasajeros, con quienes charló, se tomó fotos e hizo reír con su irreverencia.

“Es padre ver cómo la gente te reconoce, te saluda, te quiere y sabe quién eres. Para mí es padre que la gente me grite: ‘¡Platanito, chúpame los huevos!’.

“Es una forma de agradecer al público y a Dios la oportunidad de estar en esta profesión tan bella”.

AGARRA EL VOLANTE

Sergio Verduzco, nombre real de Platanito, se sintió tan a gusto con este experimento, que hasta se puso a platicar con los choferes, intercambiar anécdotas de vida y conocer más sobre dicha profesión.

Hacia el final de la convivencia, justo cuando el cielo se nublaba y la lluvia comenzaba a caer, el comediante sacó su lado aventurero y se posó en la silla del conductor para manejar un microbús.

“Me imagino lo que viven los choferes de los microbuses, ¡está cabrón! Tienen que lidiar con muchos estados de ánimo de la gente, el tráfico, el calor insoportable, los enfrenones, ¡es una profesión muy difícil!”.


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