Ventajas de la soltería...

Aunque los motivos de las separaciones han sido muy distintos entre sí, existe una constante: la decisión fue definitiva.

No sé por qué, pero desde hace unos cuatro meses empezó la temporada de divorcios y separaciones. Por alguna razón, muchas de las relaciones a mi alrededor —incluyendo la mía— se han disuelto una a una, como si se hubieran contagiado del mismo mal. Aunque los motivos de las separaciones han sido muy distintos entre sí, existe una constante: la decisión fue definitiva.

Lo que más me sorprende de todo esto es que, por lo menos, un par de amigos, los que llevaban más tiempo en sus matrimonios, no esperaron demasiado antes de volverse a meter en un noviazgo. De hecho, lo manifiestan llenos de orgullo. Y no es que tenga algo de malo, al contrario, me da mucho gusto que hayan encontrado a alguien nuevo en poco tiempo.

En lo personal, valoro mucho la soltería. Tras mi primera separación, después de un noviazgo de ocho años, me tomé otros siete antes de volver a comprometerme y hoy, que estoy frente a una situación idéntica, no tengo ninguna prisa en volver a formalizar nada.

La soltería está devaluada o en muchas ocasiones se malinterpreta con temerle al compromiso, cuando puede ser un periodo increíble para cualquiera. Es momento de redimirla y aquí, algunas de las razones por las que ser soltero es una buena idea.

LA BÚSQUEDA DEL TIEMPO PERDIDO

Cuando uno tiene cualquier clase de plan o meta, por ejemplo, tomar un taller de carpintería y construir un buró perfecto, ir de vacaciones al sur de Asia, leer más, inscribirse a una maestría o simplemente poder arriesgar la vida en una liga competitiva de fútbol, es prácticamente imposible lograrlo mientras se está en un compromiso con otra persona. 

El noviazgo o matrimonio le quitan varias horas al día. Desde contestar mensajes de Whatsapp cada 23 segundos hasta pasar una tarde entera decidiendo qué película ver en Netflix, son minutos preciosos que podrían dedicarse a algo que a la larga nos dé más satisfacción. Y no quiero menospreciar la estabilidad emocional que brinda la pareja, pero, mientras mayor sea el número de propósitos cumplidos antes de migrar a algo más serio, menores serán las frustraciones —que siempre estallan de alguna forma— en el futuro.

EXPANDIR EL PALADAR

Cuando éramos niños y nuestros padres nos servían un platillo nuevo, de inmediato lo rechazábamos, y su argumento era siempre el mismo: “Cómo sabes que no te va a gustar si no lo has probado”. La misma lógica inunda las relaciones y, como si tuviéramos 11 años, nos vamos siempre con nuestro “tipo de persona”. El problema es que estas preferencias pueden ser en realidad un patrón neurótico disfrazado que nos impide consagrar un noviazgo y llevarlo al siguiente nivel. 

Las opciones para encontrar pareja son tan amplias como la misma gastronomía, y el estar soltero permite aventurarse en un mar de diferentes y nuevos sabores.

JUGAR CON LAS PROBABILIDADES

Los compromisos amorosos presumen una condición que, aunque esté cambiando, suele ser bastante rígida: la fidelidad. La teoría nos dice que deberíamos ser fieles en una relación monógama. Asumamos que la condición se cumple y empezamos, como mi par de amigos, un noviazgo inmediatamente después de su divorcio. Durante ese lapso, ellos renuncian a la posibilidad de conocer a otra persona con el potencial de ser mejor que sus novias actuales. En cambio, si salen con varias personas, las probabilidades de encontrar a una pareja más idónea que la actual se multiplican.

Tras terminar un compromiso largo es fácil caer en la desesperación de sentirse querido y apapachado otra vez. No obstante, al cumplir metas personales y conocer a una mayor cantidad y variedad de personas, no estamos pasando tiempo solos, sino que nos estamos conociendo mejor y ésa siempre será la mejor compañía. Estar con uno mismo.