Llenos los panteones

Con motivo de los festejos del Día de las Madres los camposantos de la ciudad se vieron inclusive en horas de la madrugada concurridos por personas de todas las edades, quienes acudieron a visitar a uno de los tesoros que se tiene más preciado en la vida como lo son las madres, que en algunos otros casos al paso de los años y las décadas las llegan a olvidar o simplemente igual ya no están entre nosotros o cambiaron de ciudad, de estado o bien hasta de país.

Abordado por este reportero Gerardo Treviño Alanís quien es el director de panteones en la localidad, refiere que desde un día antes es decir el 9 y en horas de la madrugada del 10, las puertas del panteón permanecieron abiertas para quienes gustarán acudir a llevar serenata o algún tipo de músicas a las mamás que solamente se han adelantado en el camino.

LOS HORARIOS

“Quiero decirle que aquí en el caso del Municipio, la gente si está acudiendo desde la noche madrugada del 9 para amanecer el 10, por eso es que las puertas del panteón prácticamente cerraron sólo unas tres horas, para que la gente que quisiera llevar serenata pudieran hacerlo y así fue, lo hacemos de buena fe, y con el gusto de atender a las personas”.

Y mientras que desde temprana hora como así se pudo constatar la afluencia de visitantes fue considerable, en la otra cara de la moneda en recorrido realizado por este reportero, se pudo constatar como persisten al paso de las décadas criptas abandonadas, algunas que datan desde 1937 en la que se puede leer el nombre R. Garza de Rodríguez, una de las más antiguas en la ciudad cuando Río Bravo era una colonia que formaba parte de la hoy vecina ciudad de Reynosa.

Otras más inclusive ya fueron sacados los restos como en el caso de una persona que en su momento existió quien respondía al nombre de Elizabeth, hoy sólo quedó una cruz de madera abandonada y recargada en una de las paredes del panteón municipal antiguo.

MIENTRAS LAS RECORDEMOS SEGUIRÁN VIVAS

Entre algunas de las opiniones de la gente que acudieron al camposanto como doña María Luisa Reséndez y Roberto Cruz, refieren que ellos acuden cada año a depositar flores o arreglos a como les alcanza; en aquella cripta en la que hoy reposan los restos del ser que les dio la vida, y que para ellos mientras siga viva en sus mentes y sus corazones jamás morirán ni serán parte del olvido.