Mi Reynosa

“Abandoné a mis dos hijos en busca de placer’’

"

Paloma estaba hundida en la prostitución y drogas hasta intentar suicidarse| tras 14 años de esa vida desenfrenada| alguien se acercó y le habló de Dios| lo que le ayudó a cambiar su destino



Después de haber caído en las garras del vicio y la prostitución|  Paloma Castillo Ceja asegura que por mucho tiempo estuvo sumida en esa pesadilla y que hoy está rendida y salvada por Cristo Jesús “que rompe cadenas de pecado y que da amor incondicional a quienes se acercan a él”.



"

  • Por:
  • 08 AGOSTO 2014 - 06:00 a.m..
  • COMPARTIR




“Por 14 largos años anduve rodando como piedra y siempre estaba tratando de conseguir los cinco, diez o más pesos para comprar alcohol y droga. Yo abandoné a mis dos hijos en busca de placer, pero me di cuenta de que cada vez estaba más hundida, más hundida y más hundida y en medio de una desesperación traté de suicidarme, de acabar con mi vida. Creía en todo y en nada pero todo empezó a cambiar cuando me hablaron de la misericordia de Dios, que rompe cadenas de vicio y prostitución”, dijo en su relato Paloma quien vino a Reynosa procedente de San Antonio, Texas.

DABA BESITOS POR UN LONCHE
Agrega que “desde los 11 años empecé a prostituirme, dos años antes de sufrir una violación a manos de mi padrastro. Vendía mis besos en los baños de la escuela a la que fui en el otro lado. Lo hacía para que mis compañeritos me dieran un lonche porque mi mamá Carmen no tenía para darnos de comer”.
Ahora, “después de una amarga experiencia que no le deseo a nadie, ya más serena y entregada de lleno al Señor, estoy viviendo y rehabilitándome en el Centro Cristiano Victory Home ubicado en la colonia Ernesto Zedillo, lugar que preside el pastor Francisco Javier Ayala a quien yo le agradezco mucho que me haya abierto las puertas y que me hayan hablado de Dios para volver al camino de la decencia y de las buenas costumbres”.
Ahora “amo y disfruto a mis hijos. Tengo conmigo al tercero, a mí bebé Benjamín García que ya no vio, ya no sufrió lo que sufren aquellos niños de algunas compañeras que vendieron en su momento a sus hijas hasta por una botella de whisky o los traen vendiendo chicles y limpiando parabrisas para seguir por el camino del mal”.
Dijo también “yo aclamo a ese Dios misericordioso que abra el corazón de esas mujeres para que vean que sí pueden vivir una buena vida, que se pueden regenerar y que aquí en Victory Home habemos varias que luchamos día con día y nos levantamos con la frente en alto en nombre de Cristo Jesús”.
Comentó finalmente que recorre las calles y las oficinas para ofrecer garapiñados, palanquetas y chocolates a cambio de una aportación monetaria de la que le queda una parte que la usa para comprar un “gansito, una botella de agua o para el microbús”. (Por Rubén Hernández Olmeda / ruben.hernandez@latarde.com.mx)



 

DEJA TU COMENTARIO

MÁS EN LA TARDE

LA TARDE RECOMIENDA