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Lava Papa Francisco los pies a 12 discapacitados y enfermos

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El Papa Francisco lavó los pies a 12 discapacitados y enfermos durante la misa que recuerda la última cena de Cristo| celebrada en la iglesia de un centro de acogida ubicado en el norte de Italia.

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  • 17 ABRIL 2014 - 06:00 a.m..
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Poco antes de las 17:30 horas locales (15:30 GMT), el líder católico llegó hasta el Centro Santa María de la Providencia de la Fundación Don Gnocchi, donde ya lo esperaban cientos de personas.

El auto utilitario azul lo dejó en la entrada y él ingresó a pie hasta el templo. A su paso, Francisco saludó de mano a muchos de los presentes, quienes cantaban emocionados y aplaudían.

Una vez dentro se dirigió hasta la sacristía, se vistió y volvió para presidir la misa. En su sermón, que no duró más de cinco minutos, el pontífice recordó que el rito del lavado de los pies fue “una herencia de Cristo”.

“El lavado de los pies era un acto que correspondía a los esclavos, Jesús hizo lo mismo que los esclavos para decirnos lo que significa el servicio. Seamos servidores los unos de los otros”, señaló Jorge Mario Bergoglio.

Momentos después, el Papa se dirigió hacia una larga fila de personas sentadas en sillas de ruedas. Con paciencia fue lavando los pies de cada uno. Algunos de ellos se veían realmente emocionados e incluso comenzaron a llorar.

Terminado el ritual, la misa continuó. Al finalizar, y una vez que se quitó las vestiduras litúrgicas, agradeció a los presentes por la recepción, el testimonio y la fe, entonces comenzó a saludar uno por uno al resto de los discapacitados.

Más de 40 minutos dedicó a pasar él mismo ante cada silla de ruedas. A algunos de los enfermos los bendijo, a otros les beso la mano, la frente e incluso, con otros, llegó a hacer bromas.

“Jamás había vivido una emoción como la de hoy, cuando supe la noticia en la noche no dormí, es demasiado grande”, confesó Samuele Chiavari, de 66 años y discapacitado desde los tres a causa de la poliomelitis, y quien fue uno a los que el Papa lavó los pies.

“Me di cuenta que le costaba moverse, pero me impactó su espíritu de humildad, de ponerse al servicio, te agarra la emoción y se bloquea”, agregó en entrevista con Notimex apenas unos momentos después de haberse despedido del pontífice.

“Este momento fue fantástico, no te salen las palabras, la belleza va más allá de cualquier límite. Por lo tanto, cómo se pueden encontrar las palabras para describir la alegría que sentimos”, señaló a Notimex Angelica Belli, de 86 años. (Ciudad del Vaticano / Notimex)

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