Desatan regios la locura

Más de 41 mil almas hicieron del “Uni” un coliseo romano en espera de que los regiomontanos se devoraran a los del Pedregal. (Fotos: Reforma).

Tres rugidos de los Tigres bastaron para que la afición de los auriazules ya esté acariciando el trofeo de campeón.

Con todo el público de los regios cantando a todo pulmón “El Rey” de José Alfredo Jiménez, mientras la voz del Estadio Universitario sentenció: ¡”Señoras y señores, éstos son los incomparables!”, así concluyó el primer episodio de la Final. La cuarta estrella en el escudo de los de la UANL ya comenzó a ser bordada desde anoche.

Un marco dorado dio pie al arranque de la gran Final entre Tigres y Pumas, un duelo de fieras que después del primer episodio parece haber tomado rumbo definitivo.

Más de 41 mil almas hicieron del “Uni” un coliseo romano en espera de que los regiomontanos se devoraran a los del Pedregal, que apenas fueron acompañados por unos pocos seguidores en la parte alta del recinto. Tan pronto arrancó el juego, la tribuna se estremeció con el primer rugido del local al palpitar con un trallazo de André-Pierre Gignac desde el manchón penal para el 1-0 a los 15 minutos.

Con la barra Libres y Lokos alentando a su máximo ruido y el resto del estadio contagiado por el frenesí de los jugadores de los Tigres en la cancha, llegó un golazo de Javier Aquino que provocó otro rugido que se elevó hasta el cielo regio con el estruendo de los cohetones por encima de la grada.