Rápido y Curioso

Aparentes filmes “infantiles”

“Casper”, “Este chico es un demonio”, “Aventuras en la gran ciudad”... Parecen (y son) películas inocentes, pero, de repente, ¡zas!, roban un trozo de inocencia a los más pequeños

  • Por: AGENCIAS
  • 31 AGOSTO 2017 - .
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Eran unas películas con relatos donde los niños estaban en constante peligro de muerte.

Hubo una época, que podemos situar entre finales de los años ochenta y principios de los noventa, en la que el cine estadounidense familiar (el que vio todo el planeta) rebosó violencia lúdica. Al menos en algunas fases de la historia. Eran unas películas con relatos donde los niños estaban en constante peligro de muerte. Eran historias disfrazadas de piñata festiva, pero muchas veces escondían relatos que rayaban lo terrorífico.
Al igual que ha ocurrido con algunas películas de Pixar, estos filmes enfocados al público infantil se olvidaba claramente de que ese espectador estaba en la sala y lanzaba mensajes que hacían torcer el gesto a los propios padres. En algunas ocasiones, aquellas películas trataban a los niños como adultos sin que se dieran cuenta, y cada vez que los críos las veían se hacían un poco más mayores.

“BEETLEJUICE”: RESULTA QUE EL INFIERNO ES UNA SALA DE ESPERA DONDE NUNCA TE LLAMAN

El cine de Tim Burton resultaba fascinante, porque no se parecía a ningún otro. Beetlejuice (o como lo rebautizamos en España, Bitelchús, 1988) es un exorcista bastante baboso y con hábitos repugnantes que se obsesiona con casarse con la adolescente Lydia (Winona Ryder), y se llevará a quien haga falta por delante. Los bichos de la película cautivaron a toda una generación de niños, que aún no entendían la frustrante burocracia del más allá: después de muertos, a los protagonistas les espera una eternidad de papeleo, formularios, colas, solicitudes y trabajadores sociales. Resulta que sí hay vida después de la muerte, y el infierno es una sala de espera infinita en la que a tu número nunca le llega el turno y un funcionario se niega a atenderte. No podemos decir que nos sorprenda.

“CASPER”: UN ROMANCE TURBIO DISFRAZADO DE TRAVESURA

Kat (Christina Ricci), la protagonista de Casper (Brad Silberling, 1995), fue una heroína para todos aquellos niños a los que les costaba hacer amigos. Su único compañero de aventuras está muerto. Su padre se volvió loco intentando resucitarle, y vive esclavizado y humillado por sus tres tíos, también fantasmas. El enredo y los tropezones distrajeron a los niños de un relato amargo y cruel: Cásper, a medio camino entre Pinocho y Cenicienta, se convierte en humano durante unas horas. Resulta que el fantasmita era un guaperas, y Kat se enamora de él. Pero su amor es imposible, porque él está muerto. Ella crecerá y le dejará atrás. Casper relata un romance turbio y frustrado, y enfrenta a su público con conceptos siniestros como la pérdida, la orfandad y la soledad. Es un thrillerpsicológico disfrazado de travesura, que trata a sus espectadores como adultos, y asume que los chavales tendrán la intuición suficiente para empatizar con la depresión. Es una película que, sin darnos cuenta, nos ayudó a hacernos mayores.

“JUMANJI”: ADVIERTE A LOS NIÑOS DE QUE EN EL MUNDO REAL NO HAY SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Una inocente noche de juegos de mesa termina en tragedia cuando el pequeño Alan cae en la casilla de “en la jungla has de esperar, hasta un 5 o un 8 sacar”. Allí pasará atrapado toda su vida, acechado por bestias salvajes, mientras su amiga Sarah se convierte irremediablemente en la loca de los gatos. Veinticinco años más tarde, otros dos niños huérfanos echan otra partida al Jumanji y sacan a Alan de la selva, de donde sale desquiciado y perseguido por un explorador obsesionado con matarle.

 “ESTE CHICO ES UN DEMONIO”: ATENCIÓN, MENSAJE IMPORTANTE PARA LOS PADRES

Hoy es habitual que muchos padres jóvenes lleguen a la conclusión de que su hijo es hiperactivo, tras dejarle comer una tonelada de azúcar y no sacarle al parque en dos días. A esos padres les vendría bien volver a ver las travesuras de Junior en Este chico es un demonio (Dennis Dougan, 1990), un huerfanito con una pasmosa creatividad para hacer el mal.
Junior va dejando tras de sí un rastro de destrucción que incluye prender fuego a su habitación, arrasar una casa con una excavadora, utilizar un gato como arma arrojadiza, y arruinar la infancia de su vecina convirtiendo su fiesta de cumpleaños en una orgía de violencia y devastación. Junior es obviamente un chaval con serios problemas psicológicos que necesita ayuda para no acabar convertido en un asesino en serie a los 14 años. Pero como esta es una película familiar de los 90, resulta que lo único que necesitaba el muchacho incomprendido era la fuerza del amor. La secuela demostró que era mentira.

“AVENTURAS EN LA GRAN CIUDAD”: NUNCA HABLES CON DESCONOCIDOS

Qué emocionante es escaparse a la ciudad con tu niñera, quien guarda un parecido asombroso con la chica Playboy de ese mismo mes, mientras una pandilla de mafiosos te persigue para matarte. El enredo no descansa, los chavales son atracados por unos pandilleros de minorías raciales (eran los 80, y Bill Clinton no había instaurado la corrección política) al grito de “¡dame el puto dinero!”, y además encuentran tiempo para cantar un blues en un antro de mala muerte. Al final acaban jugándose la vida en la azotea de un rascacielos y la película concluye con un mensaje inequívoco para los niños: el único lugar seguro es tu barrio residencial (o el centro comercial de al lado de casa). Nunca un panfleto nos dejó tan claro que no debíamos hablar con desconocidos. Los servicios sociales deberían asegurarse de que esa niñera negligente no vuelva a trabajar.

“BIG”: VAS A SER UN ADULTO ABURRIDO

Josh es un niño de 12 años que no puede esperar a hacerse mayor. Gracias a una máquina expendedora de deseos, una mañana se despierta convertido en Tom Hanks y disfruta de la oportunidad de vivir unos días como adulto. Josh cumple todos los sueños de cualquier niño: puede hacer lo que le de la gana, consigue un trabajo examinando juguetes, alquila un apartamento espectacular lleno de artilugios divertidos e incluso da su primer beso. Una cosa lleva a la otra y Josh acaba perdiendo la virginidad con su compañera de trabajo, pero al final se da cuenta de que la vida de adulto es una estafa, porque acarrea demasiadas responsabilidades. Vista hoy, Big (Penny Marshall, 1989) sigue funcionando (la escena del piano gigante resulta de lo más tierna), pero además deja un poso amargo. Como Josh, tenemos toda la vida para ser adultos aburridos, pero muy poco tiempo para ser niños irresponsables. Ojalá lo hubiéramos sabido entonces.

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