Se juega la vida por unos pesos

Ricardo Rodríguez y su familia se dedican a podar palmeras

Convierte familia un oficio de alto riesgo en el modo de surtir la despensa y el pago de sus servicios, escuela, ropa y calzado; la salud, eso es aparte, lo mejor es no enfermarse, dice nuestro entrevistado Ricardo Rodríguez, después de descender de la palmera que podaba. 

Esta es una tradición que viene desde mis padres y abuelos, trepa palmeras de hasta 12 metros de altura para podarlas por la cantidad de 350 pesos poniendo en peligro su vida al depender su seguridad de una cadena atada a su cintura y sufrir en las alturas las fuertes rachas de viento, en donde dice lo bueno es que no hace nada de calor y se disfruta la vista.

Con este trabajo evitan cortes de energía al rozar las palmas los cables de corriente eléctrica y daños al caer por si solas las pesadas hojas en vidrios o vehículos estacionados.

Dice a pregunta expresa sobre el tiempo que tiene haciendo este trabajo y nos dice que por lo menos 30 años, -Ricardo, empezó a las 6 ayudando a su padre- y poco a poco le fue perdiendo el miedo a las alturas y agarrándole el gusto, ahora ya es todo un experto y enseña a su hijo José Javier Rodríguez e hija el oficio.

Acompañado de su madre María de Jesús Ramírez y sus hijos, nos comenta que recorre varios municipios, en donde lo requieran para hacer su trabajo allá va, entre ellos Matamoros, Río Bravo y Reynosa, su padre llegó a trabajar incluso en el Valle de Texas, mismo que se retiró del peligroso oficio hace ya unos 5 años.