Los siembran sólo para que … mueran

Dejar morir a los árboles reforestados es un crimen ecológico; durante la canícula no es la mejor temporada para sembrar árboles

Sin agua, hasta el árbol más resistente se seca y muere.

Dejar morir a los árboles reforestados es un crimen ecológico, una omisión grave por parte de las autoridades encargadas de darle mantenimiento y de vigilar que este se lleva a cabo de manera correcta.

En algunos puntos de la Ciudad no solamente se observan árboles recién reforestados completamente secos, sino también luce amarillento el pasto plantado en la inauguración de obras, totalmente seco en  tramos por falta de agua, de riego, de mantenimiento.

Así ocurrió con el pasto que decoraba la parte baja del puente “Caracol” ubicado frente al Centro Comercial Periférico, y más recientemente con el pasto colocado en el camellón del puente conocido como “La Paloma”, que de localiza en el cruce del bulevar Hidalgo con la avenida El Pasito.

SE DERROCHA DINERO

Reforestar con arbolitos y pasto no significa para las instituciones una cifra estratósférica, pero si recursos de varios miles de pesos que se van por la cañería en menos de un mes, lapso que ocupan los candentes rayos solares  en quitarle su verdor al pasto y en secar a los arbolitos, cuando no son regados para que logren afianzar sus raíces y sobrevivir, sobre todo cuando son reforestados en un medio ambiente tórrido, extremoso, como el de Reynosa. 

No solamente es el gasto que representa adquirir arboles de ornato para adornar los camellones y plazas de la ciudad, sino también lo que se afecta al entorno ecológico, pues en lugar de fortalecerlo se deteriora aún más.

Por eso es incomprensible que se deje morir impunemente a los arbolitos transplantados, como ocurrió con media docena que se localizan sobre el camellón del bulevar Las Fuentes, a la altura de la primera rotonda.

Frente a la gasolinera se aprecian secos, deforestados, unos arbolitos que tienen poco más de un mes de haber sido transplantados en el lugar.

Nunca nadie los regó, dicen vecinos de los alrededores. Nunca vieron una pipa realizando esas labores en el área.

Ahí mismo se observan árboles adultos en todo su verdor, robustos, con mucho follaje, imbatibles por las inclementes temperaturas, por que estos ya no necesitan tanto del riego como los pequeños que lucen con sus prácticamente secas, de un color café ocre que para esos arbolitos significa deceso. 


REQUIEREN UN MÍNIMO DE CARIÑO

 Como muestra un botón. Cualquier especie de encino o fresno que se quiera transplantar a los camellones tiene un costo promedio de 250 a 300 pesos si es de 1.20 a 1.80 metros de alto con mínimo grosor, pero si es de dos pulgadas de diámetro cuesta de 800 a mil 500 pesos.

Tanto el más barato como el más caro requieren el mismo tipo de mantenimiento para que se afiancen a la tierra, que requiere principalmente del riego cuando menos dos o tres veces por semana, siendo más recomendable realizarlo por la mañana, indicaron Enrique Cabrera Casillas y David Pérez, el primero propietario de un vivero y el segundo floricultor que laboran en negocio del ramo.


BAJO EL SOL Y SU SUERTE

 Media docena de árbolitos se localizan sobre el camellón del bulevar Las Fuentes, a la altura de la primera rotonda.

 Frente a la gasolinera se aprecian secos, deforestados.

 Tienen poco más de un mes de haber sido transplantados en el lugar.

 Nunca nadie los regó, dicen vecinos de los alrededores. 

 Nunca vieron una pipa realizando esas labores en el área.