“El teléfono me ordenó que la matara”

“El teléfono me ordenó que la matara”| dijo simplemente Luis Ángel Rodríguez García| de 19 años de edad| cuando elementos del grupo de homicidios lo interrogaban en torno a la muerte de su madre.




El desalmado matricida fue capturado en un operativo implementado por elementos de la Ministerial en la colonia 15 de Enero, donde se encontraba refugiado, luego de haber atacado a su progenitora desde el pasado 28 de noviembre del 2013.
La abnegada madre Rosalinda Rodríguez García, nunca reveló que su hijo le había dejado clavado un picahielo en la espalda a la altura de las vértebras cervicales y permaneció con el objeto clavado hasta el momento de su muerte.
Ella murió el pasado 30 de enero cuando la internaron sus familiares de nueva cuenta en el Hospital General.
Ya anteriormente la habían llevado a dicho nosocomio, pero por cuestiones del parto, en esa ocasión la mujer no dijo nada en cuanto a las lesiones por lo que nadie supo  hasta que la última vez que la atendieron encontraron el cuerpo extraño (picahielo), sin cachas, pero para entonces ya iba agonizando.
Una puntilla de aproximadamente 9 centímetros se le encontró a la infortunada mujer cerca de las cervicales, donde la trajo por más de dos meses.

RÁPIDA MOVILIZACIÓN

Tras conocerse las causas de la muerte de Rosalinda, el comandante Gerardo Treviño Estrada ordenó la rápida movilización de todos los elementos disponibles en los grupos operativos , quienes se lanzaron en la búsqueda del matricida.
Lo encontraron en la casa marcada con el 1200 de la calle  2 de Marzo en la colonia 15 de Enero, ahí se hallaba refugiado.
¿Por qué la mataste?, le preguntó el jefe de grupo Luis Javier Cantú Amaya, al matricida y éste con la mirada perdida en el vacío, le contestó tranquilamente: “el teléfono me ordenó”.
De inmediato se dieron cuenta que el sujeto no se encontraba en sus cabales.
Luego sus familiares María  de la Luz Rodríguez García, de 38 años, Hugo de Jesús Bocanegra González, de 51 años, su padrastro y otros, confirmaron que el sujeto consumía drogas y con frecuencia discutía con su progenitora, porque no le quería dar dinero para comprarlas. (Por Antonio Ramírez / antonio.ramirez@latarde.com.mx)