Denuncia CNDH tortura al 75 % de menores presos

Un informe del organismo de derechos humanos expone que los adolescentes revelaron haber sido severamente golpeados por policías y militares.

México

Poco más de la mitad de los adolescentes recluidos en centros de internamiento en México ha sido víctima de tortura. Un informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) revela que el 57% de los menores entre 14 y 18 años dijo haber sido severamente golpeado y maltratado por policías locales y federales, así como por elementos del Ejército mexicano y la Marina al momento de su detención. Estas prácticas, que ocurren de manera sistemática y son muy frecuentes, están sumamente arraigadas en las instituciones, destaca el informe especial Adolescentes: vulnerabilidad y violencia. “Para los adolescentes constituyen el comportamiento ‘normal’ o el que cabe esperar por parte de las policías”, se advierte.

La tortura en México a manos de los cuerpos de seguridad es un tema de preocupación. Diversos organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la ONU han señalado que la tortura es generalizada y se presenta frecuentemente entre el momento de una detención y antes de que la persona sea puesta a disposición de un juez. El relator especial de la ONU sobre la Tortura, Juan Méndez, aseguró en 2015 que en México la tortura es generalizada. Al presentar las conclusiones del informe que revisa las fallas del sistema de seguridad mexicano, alertó que esta práctica se utiliza durante la aprehensión de una persona con el objetivo de obtener alguna confesión sobre el crimen organizado.

Actualmente hay 13.327 menores de edad privados de la libertad, de los cuales 3.761 están recluidos por haber cometido delitos graves. Para la investigación se tomó una muestra representativa en 17 de las 32 entidades del país. El 37% de los consultados dijo haber cometido homicidio, el 24% robo con violencia y el 13% secuestro. Además el 70% de los entrevistados admitió haber usado armas y el 35% confesó haber pertenecido al crimen organizado.

La violencia en la que se ha visto envuelto el país desde hace más de diez años, cuando el Gobierno de Felipe Calderón declaró la guerra al narcotráfico, ha llevado a los niños y jóvenes a vivir en condiciones de vulnerabilidad. Las guerras, destaca el informe de la CNDH, tienden a afectar no sólo las tasas de delincuencia juvenil sino también su naturaleza y sus orígenes. “La guerra genera las condiciones que propician el incremento de la delincuencia, ya que debilita las inhibiciones y alienta la expresión de los impulsos primitivos, con lo que contribuye a alterar las tasas, la estructura y la naturaleza de las conductas delictivas”, se expone.

La Policía fue la peor institución evaluada por los adolescentes. El 51% calificó de “malo” el trato brindado por los agentes al momento de su detención. El estudio coordinado por la investigadora Elena Azaola destaca el poco interés que los responsables de las políticas de seguridad y de justicia en el país asignan a la reinserción de los adolescentes.

El documento recoge decenas de testimonios de jóvenes seducidos por el crimen organizado. Uno de ellos es el de Heriberto, que trabajaba en el campo y fue reclutado por el cártel michoacano de Los Caballeros Templarios para vender drogas. Un día lo mandaron con otras personas a secuestrar a un comerciante, pero el que comandaba el secuestro amenazó con quedarse con el dinero del rescate. El adolescente cuenta que decidió llamar a la familia del secuestrado para avisar dónde estaban y se escapó con él, pero fue detenido en un retén por policías estatales. “Desde que me agarraron comenzaron a darme toques eléctricos, golpes, me pusieron una bolsa en la cabeza para ahogarme y también me metían chile piquín, me hundían la cabeza en agua y golpes en la cabeza”, relató a los expertos que lo entrevistaron.

l estudio también expone las condiciones en las que operan las instituciones de internamiento. Los testimonios refieren malos tratos y golpes, especialmente por parte de algunos custodios. Otros señalan la existencia de castigos de aislamiento por tiempos prolongados, y algunos apuntan a que les obligan a caminar con las manos atrás y la cabeza agachada. En general, se advierte, carecen de los medios, la orientación, los profesionistas especializados, los programas idóneos y de la atención integral que los adolescentes requieren para sanar y asumir su responsabilidad. “Más grave aún, se carece de la visión y de la voluntad políticas para dotar a estos centros de los medios indispensables que requieren para cumplir con sus objetivos”.