San Cristóbal de las Casas, Chiapas
Por la exclusión de la que han sido víctimas por siglos, el Papa Francisco llamó ayer a pedir perdón a los pueblos indígenas originarios de México.
“Muchas veces, de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!”, dijo en el centro de deportes de San Cristóbal de las Casas repleto de indígenas de México y Centroamérica.
En un acto de reconciliación con la historia colonial de México, Francisco se excusó por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América, en un gesto similar al que tuvo durante su viaje a Bolivia el año pasado.
Reconoció el racismo y las múltiples violencias y vejaciones que los pobladores originarios del País sufrieron y siguen sufriendo.
“Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones”, reclamó desde el Estado más pobre del País y con mayor población indígena.
“Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban”, continuó, en una alocución en la que utilizó repetidas veces los idiomas nativos.
Exigió el cese de dicha opresión y señaló que también ellos saben levantar la voz, en un mensaje que pareció también dirigido a la clase política.
“Hay un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente”, afirmó, en una intervención en la que volvió a usar el término “faraón” para definir los responsables de los maltratos contra los indígenas.
Recordó que el colonialismo enseñó a expoliar y sentirse dueños de tierras que eran de otros.
En un óptica más ecológica, aprovechó para recordar la importancia de que se preserven también las tierras donde viven los indígenas.
“Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”, clamó.
“La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”.
“Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que ‘gime y sufre dolores de parto’”, continuó.
En cambio, dijo el Papa, los indígenas han demostrado saber preservar la tierra.
“Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina, saben relacionarse armónicamente con la naturaleza, a la que respetan como fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano”, afirmó .
Por eso, pidió que ahora la desvalorización sea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz.
Y, afirmó, también Dios comparte estos anhelos.
“Nuestro Padre no sólo comparte ese anhelo”, expresó.
Por su voluntad, la ceremonia se celebró también en tres idiomas nativos -tzeltal, tchol y tzotzil-, algo inusual y que el propio Pontífice argentino decidió.
El primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia confirmó así su deseo de manifestar con gestos concretos su cercanía y solidaridad con los olvidados del mundo.
“jTatik Francisco”, fue la respuesta de los indígenas, quienes intervinieron una vez finalizada la misa.
“Todo el pueblo indígena de Chiapas, de México y de Guatemala estamos muy agradecidos por tu visita aquí en nuestra diócesis de San Cristóbal de Las Casas”, afirmaron.
Agradecieron que el Papa Francisco haya autorizado nuevamente -luego de que Juan Pablo II lo suspendiera- la creación de diáconos casados, un tema que suscitó una enorme pelea en el siglo pasado entre las facciones más conservadoras del clero mexicano y las progresistas.
“Muchas gracias, jTatik, por autorizar nuevamente el cargo de diaconado permanente indígena con su propia cultura, y haber aprobado el uso en la liturgia de nuestros idiomas.
“Queremos escuchar a Dios y hablarle en nuestro propio idioma”, concluyeron los habitantes de esta tierra, de ascendencia maya.
A mediodía, Francisco almorzó con ocho indígenas.