Gerard Piqué, señalado por el entorno y que en la previa mostró ante los medios un aspecto muy alejado de su habitual alegría, fue quien rompió la muralla chipriota rozándose la media hora del encuentro, con un remate de cabeza a una falta servida con maestría por Leo Messi, quien buscó por activa y por pasiva tanto la combinación con Neymar y Munir como la portería de su viejo compañero Urko Pardo, pero la suerte le fue esquiva.
Tan esquiva como al resto del equipo azulgrana, en el que destacó el debut de Ter Stegen en la portería y del joven Sergi Samper en la posición de mediocentro, ocupando el puesto de un Busquets que ni fue convocado. De hecho, el rosario de cambios que decidió introducir en el once Luis Enrique puso en el plano a muchos futbolistas prácticamente inéditos en el comienzo de temporada. Y el resultado no fue lo brillante que pudiera esperarse.
El APOEL se mostró como un rival menos cómodo de lo que pudiera imaginarse. El equipo chipriota planteó una defensa férrea de hasta cinco hombres y mantuvo en punta a Sheridan, con el apoyo, cuando era posible, de rápidas contras que sin poner en peligro evidente a Ter Stegen sí provocaron algún susto en la grada. (México, D.F. / Agencias)